martes, 24 de febrero de 2015

Teresa


Sé que probablemente ni Ud. ni yo tengamos el más mínimo deseo de participar en este escrito. No contaba con que algún día aquellos sentimientos que se adueñaron de mí, después de tantos intentos de envenenarlos, ahogarlos y enterrarlos en ese rincón inalcanzable que ni siquiera yo conozco, tomaran vida nuevamente y me impulsaran a relacionarme con Usted de cualquier manera. Sin embargo, entiendo que no soy autoritario, ni pienso por mi cuenta, ni escribo lo que pienso, ni cuento lo que escribo, y podemos engañarnos creyendo que lo nuestro fue un secreto. Esto es un secreto que, apostaría mi vida si no es cierto, ni Usted está ansiosa de leer  estas palabras ni mucho menos yo siento ese anhelo de escribir para que Usted me lea y me descifre como siempre supo hacerlo.
Quiero contarle que desde hace algunos días me invade la impaciencia, aunque juré con mi propia vida no volver a acercarme a Usted, ni dirigirle la palabra, ni la más pequeña mirada, ni el más remoto pensamiento, ni verla en fotos, ni recitar los poemas que con gran apego le inventé. Le confieso orgullosamente que no lo logré y me lastima inmensamente no llegar a saber qué será de mí. Gastando cuantiosas sumas en bebidas de olvido, no lo logré, evitando entrar, pasar, y mirar aquellos lugares donde compartimos segundos sin querer, si bien pocos o muchos, nunca dejaron de ser segundos, no lo logré; saliendo y exponiendo mi vampírica piel en contra de mi propio bien, no lo logré; enclaustrando y sellando un corazón golpeado, fingiendo que nunca nada había pasado, no lo logré, y ahora ¿qué será de mí? Pienso que, como buen hombre de palabra que soy,  debo pagar ese adorable error con mi propia sangre, y digo adorable porque afortunadamente no sé que podría haber pasado en todo este tiempo si hubiera logrado mi objetivo, si la hubiera borrado de mi mente, si mis sentidos fallasen cuando hablo de Usted; Cuando pienso en Usted; cuando la imagino a Usted, cuando me inspiro en Usted, cuando recuerdo su olor, su fragancia, su imagen, su voz; cuando recuerdo sus grandes carcajadas, sus risas y también sus miradas, su llanto, su odio y también su temor. En realidad quizás habría muerto mucho más rápido que ahora y, en lugar de juntar estas letras, palabras y frases, estaría durmiendo bajo el manto de la parca, aferrándome a ella fuertemente, como Usted lo hizo cuando conscientemente de mí se alejó. ¿Qué será de mí? ¿Qué será de Usted?, me pregunto constantemente mientras pienso de qué manera debo verter mi sangre al suelo, ¿qué será de mí? ¿Qué será de Usted?.


El trato es el siguiente, y espero que lo rechace, porque así yo entendería que todo lo que vino a mi mente alguna vez nunca jamás existió. Quiero que lea muy lentamente cada fragmento inspirado en Usted, que tantas veces yo le escribí y reescribí, y piense, si en realidad fue el camino que quiso tomar. Quiero que recuerde aquellas veces en las que para mi indeseable infortunio, el destino nos acercó; quiero que haga memoria y descubra cuál fue la primera palabra que yo, desde mi tortuosa penumbra, le dirigí; quiero que cierre sus ojos y recuerde con cariño esas veces que conmigo soñó, porque lo sé, aunque Usted no quiera que lo sepa, lo sé, Usted también me soñó, no tanto como yo, pero lo hizo.
Algo me decía que debía hablarle y así fue; quiero que lo recuerde, y ahora que me alejó de esta vida, piense en ese beso que nunca nos dimos, ese sueño que nunca ocurrió; quiero que me roce los labios con el pensamiento, y cumpla mi último deseo; quiero que me bese suave y apasionadamente con el poder de su mente insaciable, y yo, para cumplir mi parte del trato, debo marcharme y pagar aquel juramento.
Así dejaré un camino libre que nunca existió, sabiendo así que Usted sin conocerme, sin saber quién soy; sabrá que le haré falta; sabrá que existe un vacío que nunca jamás podrá llenar; sabrá que este, su príncipe azul, se fue porque Usted lo quiso así, se marchó tan lejos que no volverá, y Usted, sin conocerme, me descubrirá, Usted, que siendo mi más sincero deseo, jamás se pudo hacer realidad, Usted que ahora se encuentra peor que yo, porque sinceramente yo descansaré de pensar en Usted, y Usted sinceramente nunca dejará de pensar en mí.
 ¿Qué será de mí? ¿Qué será de Ud? ¿Qué será de este, su admirador secreto, que amó hasta su más insignificante gesto?

¿Qué será de mí? ¿Qué será de Ud?

GHOST

Resultado de imagen para rosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si es o no es de tu agrado por favor comenta. Gracias.